EL NATURALISMO
Es un movimiento
literario que deriva del Realismo y que lleva al extremo las ideas de este.
El Naturalismo nació
impulsado por el francés Émile Zola, quien propuso aplicar el método científico
a la literatura: se trataba de describir y analizar al ser humano, que está
determinado por el medio, por el momento histórico y por la herencia biológica.
En España, los escritores rechazaron
el determinismo biológico y reivindicaron el libre albedrío y el humor; sin
embargo incorporaron temas y técnicas naturalistas: las descripciones
minuciosas y documentadas; una menor intervención del narrador y mayor
presencia de las palabras y los pensamientos de los personajes; y la influencia
del medio (físico y social), de los fisiológico, de la educación y la familia
en la conducta de los personajes.
Se desarrolló en España en la década
de 1880. El novelista que asimiló estas ideas fue Galdós. Su primera obra naturalista
fue La desheredada (1881), si bien la
más conocida es Fortunata y Jacinta
(1886-1887).
Aquí fue motivo de polémica. Los
escritores tradicionalistas y católicos lo rechazaron, porque reflejaba con
mucha crudeza lo más sórdido de la realidad y además negaba la libertad de los
seres humanos, ya que partía de que las personas estaban determinadas por la
herencia biológica y por el ambiente.
Defensores fueron Galdós y Clarín. Con
gran influencia en su estilo fueron Emilia
Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibáñez.
Características
de la novela naturalista:
Ideología:
la conducta humana está condicionada
por la herencia y el ambiente.
Denuncia la
injusticia de la sociedad burguesa.
Intenta
reformar la sociedad a través de la educación, la sanidad…
Literatura: novelas muy extensas y de acción escasa.
Descripciones
objetivas y minuciosas
Preferencia
por el personaje colectivo (la mina, la fábrica…)
Personajes
individuales con malformaciones psíquicas o físicas.
Lenguaje
científico, jergas, dialectalismos, coloquialismos.
Leopoldo Alas “Clarín”.
Cultivó
la crítica, el ensayo, la novela y el cuento. Su producción crítica, publicada
en periódicos y revistas, comprende textos satíricos, políticos y literarios,
con los que pretendía formar estética y moralmente al lector.
En
cuanto a su obra narrativa, confluyen en ella diversas influencias: ciertos elementos del naturalismo, como la
observación y la interdependencia
entre fisiología y psicología, y la religiosidad de las corrientes espiritualistas de finales del siglo XIX, con un
cristianismo que propugna la tolerancia.
Entre
los cuentos, publicados en su mayoría en periódicos y revistas, destacan Pipá, El Quin, ¡Adiós cordera!
Su gran obra es La Regenta
(1884-1885). En ella Clarín aborda el conflicto de la búsqueda del amor ideal
en un ambiente mediocre y hostil; es la historia de una carencia de amor y de
amistad.
La
narración se organiza en torno a Ana Ozores, Fermín de Pas, Álvaro Mesía y la
ciudad de Vetusta (detrás de la que se esconde Oviedo), y abarca los
comportamientos de la aristocracia, del clero y de la burguesía en una ciudad
de provincias, donde priman la hipocresía, la ambición, la inmoralidad, la
incultura y el tedio.
Los
elementos naturalistas se advierten, sobre todo, en el determinismo del medio y
en las circunstancias que han marcado a la Regenta: la orfandad, una infancia
infeliz, una educación severa y cruel y la realidad asfixiante de la ciudad de
Vetusta. Ana Ozores se debate continuamente entre esos factores y su conciencia,
y esas crisis se manifiestan en reacciones fisiológicas (fiebres histéricas).
En
la obra, aparte del detallismo, los contrastes y las oposiciones temáticas y
las técnicas realistas, sobresale especialmente el uso del estilo indirecto
libre. Este tipo de discurso, junto con los diálogos servirá para caracterizar
a los personajes y su vida interior. El narrador interviene a veces en la
historia con profunda ironía.
Emilia Pardo Bazán
Mujer
de gran cultura, desarrolló una intensa actividad intelectual como periodista,
narradora y crítica literaria.
En
1883 publicó La cuestión palpitante,
un análisis y, a la vez, una crítica del naturalismo francés representado por
Zola. Desde sus creencias católicas rechazó el determinismo y la representación
de “asuntos repugnantes o desvergonzados”, aunque elogió el método de la
observación minuciosa, así como la calidad artística del escritor francés.
La
narrativa de Emilia Pardo Bazán incorpora elementos naturalistas: descripciones
minuciosas, influencia del medio y situaciones violentas y escabrosas.
En
Los pazos de Ulloa describe la
Galicia campesina del siglo XIX: un mundo lleno de ignorancia, violencia y
crueldad. El enfrentamiento entre el campo y la ciudad se resuelve en la
oposición civilización-barbarie. El medio rural representa aristócratas
decadentes y degradados, caciques, criados codiciosos y brutales, seres
primarios. Los personajes del entorno urbano, indefensos y débiles, sufrirán un
proceso de marginalidad y destrucción.
Vicente Blasco
Ibáñez
Escritor
valenciano. Sus primeras composiciones son novelas de tesis, al servicio de sus
ideas, de la razón y de la ciencia y en contra del fanatismo religioso.
En
las novelas regionalistas los elementos naturalistas están presentes en el
determinismo social y biológico que condiciona el destino de los personajes en
los escenarios y en las acciones sórdidas y brutales. Todo ambientado en la
zona de Valencia: comerciantes pescadores, huertanos y terratenientes. Obras: La barraca, Cañas y barro.
En sus últimas obras, después de un segundo
período de novelas de tesis, en este caso de carácter social, Blasco Ibáñez
mezcla realismo y aventura, sentimentalismo y exotismo, en la búsqueda de una
literatura que pudiera interesar al gran público. Destaca Los cuatro jinetes del Apocalipsis.
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