lunes, 15 de diciembre de 2014

EL REALISMO EN EUROPA

EL REALISMO


El Realismo es un movimiento artístico y literario que tiene como objetivo representar de forma minuciosa y objetiva la realidad contemporánea reflejando la vida cotidiana y los problemas de la sociedad burguesa de la segunda mitad del siglo XIX.
En Literatura triunfará la novela, pues dadas las características de este movimiento artístico, es en este género donde mejor se puede reflejar la realidad contemporánea.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la burguesía se hizo con el poder político y económico en Europa, y, como consecuencia de ello se produjeron cambios muy profundos en la forma de vivir y pensar.
Uno de los cambios más importantes fue la Revolución Industrial, que originaría un gran desarrollo de las ciudades, pues las industrias se ubicaban en ellas: aparece el tren, la luz eléctrica…  Hay importantes avances tecnológicos y científicos y se pone de moda la ciencia experimental.  Se confiaba ciegamente en la ciencia, y se esperaba que el progreso fuese permanente y solucionara todos los problemas humanos y sociales. 
El desarrollo de la industria atrajo a una gran masa de campesinos que se dirigieron a las ciudades en busca de trabajo. De este modo, se modificaron las condiciones de vida: grandes urbes con una nueva fisonomía, hacinamiento, falta de higiene, mano de obra barata, miseria, pobreza.
Las consecuencias de todo ello fue la transformación de las relaciones sociales: por una lado
Siguiendo los dictámenes científicos, el arte debía ser consecuencia de la observación directa y minuciosa de la realidad, como se hacía con las investigaciones científicas: observación, documentación y experimentación.  Debía estar dotado de una objetividad total. Frente al individualismo romántico, aun impregnado de idealismo y valores supremos, el individualismo burgués de la novela reflejará los conflictos cotidianos, la realidad de una sociedad que se está creando con todas sus virtudes y sus defectos.
La literatura realista se verá también claramente influida por el pensamiento y el  desarrollo científico de la época: Augusto Compte reacciona contra el idealismo filosófico anterior, proclamando la necesidad de investigar los hechos observables para llegar a los conceptos. La filosofía positiva (o positivismo) coincide así con los planteamientos del narrador realista: no hay que buscar los modelos en las obras clásicas, en países o épocas lejanas, sino ser historiadores del presente, de la realidad que se observa en cualquier ambiente.
Por la misma época, Marx y Engels plantearán la necesidad del análisis materialista dialéctico de la realidad para llegar a la conclusión de que ha de establecerse una nueva sociedad basada en el triunfo del proletariado sobre la burguesía.
El método de observación y recogida minuciosa de datos para crear después personajes y ambientes coincidirá con el de los científicos, que rechazan los aprioris o presupuestos anteriores para estudiar minuciosamente los seres vivos y establecer leyes sobre el origen y la evolución de las especies (Darwin, 1859) o sobre la herencia (Mendel, 1863).
Los presupuestos de que se heredaban no solo los bienes materiales sino también el derecho al voto o la consideración social, comenzaban a quedar obsoletos. Y si el fin de la sociedad estamental suponía la agonía en lo político de los privilegios de las antiguas castas feudales, también significaba el inicio de un nuevo protagonismo en la literatura y el arte. El individuo, cualquier individuo, se erigía en el centro de la creación. Y no ya, como en el Renacimiento, aquellos que sobresalían de los demás por sus aptitudes; ni como en el Romanticismo quienes demostraban una sensibilidad extrema o una existencia especialmente atormentada que les hacía moverse siempre por los extremos (representantes del bien, el mal, el valor…). En la nueva época que vamos a estudiar, el héroe o la heroína novelescos son sencillamente humanos: seres contradictorios, complicados, difícilmente definibles. Cuando acabamos cualquiera de las grandes novelas de este período, nos resulta imposible juzgar a sus protagonistas. Tal vez porque el gran acierto de estas obras consista precisamente en sustituir las verdades inmutables por la duda. Y el individuo medio, el lector, se siente identificado con esos conflictos que a él mismo se le plantean en la vida cotidiana. En definitiva, la nueva sociedad burguesa significa en literatura el triunfo del ser humano sobre el ideal, del héroe novelesco frente al arquetipo.
Este último hecho no quiere decir que obras románticas y realistas no coincidieran durante la primera mitad del siglo XIX. El escritor romántico Víctor Hugo sigue publicando sus obras en pleno apogeo del realismo (Hernani, 1830 y Los Miserables 1862). Lo que ocurre es que mientras estas obras se consideraban residuos de una forma de escribir condenada casi a desparecer, las nuevas novelas realistas inauguran un camino que seguirá vigente, con los lógicos altibajos, hasta nuestros días.
Durante el siglo XIX se establecen las bases de lo que será la novela tal y como lo entendemos en la actualidad. Esto no quiere decir que no existieran novelas anteriores, que hemos estudiado en el curso pasado. Lo que ocurre es que se trataba de ejemplos aislados , no de una voluntad colectiva de los escritores de reflejar la existencia humana mediante este género literario.  La novela, hasta entonces un género considerado menor frente a la poesía o el teatro, muestra de pronto sus posibilidades para contar la realidad de las personas y de la sociedad en la que viven. Al igual que ocurrirá con el cine en el siglo XX, la novela decimonónica encanta a los lectores porque en ellas ven explicados sus ansias y temores, sus inseguridades y problemas cotidianos. Para explicar el auge del género en este siglo, baste con decir que en cualquiera de los países que vamos a estudiar se escribieron durante el siglo XIX más novelas que las sumadas en todos los siglos anteriores.
Stendhal decía que la novela debe ser como un espejo situado ante el camino de nuestras vidas: en ese espejo se ha de reflejar lo bueno y lo malo, las virtudes y los defectos. El problema estriba en que la caída de la sociedad estamental significa también el derrumbamiento de unos valores que se tenían por inmutables e indiscutibles. El incipiente orden burgués se encuentra en la tesitura de tener que sustituir esos valores por otros que sean razonables. De ahí que la novela del XIX, más que soluciones, nos plantee interrogantes que se relejan en los conflictos de sus personajes: ¿es condenable que una mujer joven, casada con un hombre caduco y prosaico, busque el amor de otra persona? ¿Son culpables de su miseria los humildes  por malvados que parezcan? ¿Hasta dónde somos un producto de la sociedad en que nos hemos criado?
La grandeza del narrador realista es que no nos plantea estas cuestiones desde un punto de vista teórico, sino a partir del relato de una situación en la que intervienen tantos factores que el novelista se convierte en cronista de una sociedad utilizando sus personajes como ejemplos con los que el lector se siente más o menos identificado: la realidad homogénea no existe, existe la de los individuos y,  por tanto, la de los personajes novelescos y la de sus lectores.





 

FRANCIA


Suele considerarse la cuna del Realismo, tanto porque es en este país donde surgen las primeras obras que establecen las bases del género, como por el origen del término.
Aparece en Francia hacia 1830 y alcanza su plenitud cerca de 1850. Durante un tiempo se emplea con valor despectivo. La literatura francesa va a crear también ese prototipo de héroe atormentado y resignado en una sociedad que generalmente desprecia. Frente a los héroes románticos que aún conservan rasgos trágico-heroicos, los personajes de Stendhal o Balzac son seres vencidos incluso cuando consiguen alcanzar sus propósitos, porque, al igual que las especies descritas por Darwin, deben adaptarse al medio si no quieren desaparecer. Y esta adaptación a un medio que les resulta odioso se hará, más que con luchas heroicas, con cinismo y desprecio.
Stendhal (1783-1842). Ha pasado a la historia de la Literatura por dos grandes obras: La cartuja de Parma y El rojo y el negro. Esta última se considera como una de las obras más logradas de la nueva literatura realista. El protagonista, Julien Sorel,es un seminarista, de origen campesino, que trata de abrirse hueco en la sociedad recurriendo a cuantos artificios le dicta su inteligencia para escalar peldaños. La mentira, el engaño, serán lícitos porque la rígida organización social de su época no le deja otras posibilidades.  Stendhal traza así un retablo magistral de esa sociedad mediocre, hipócrita y aferrada a principios caducos en la que han de moverse los personajes de su novela entre sus deseos y la realidad, como el protagonista que quisiera haber sido un militar importante y se quedó en seminarista: rojo (color del uniforme militar) y negro (el de la sotana del seminarista).
Honoré de Balzac (1799-1850) es uno de los novelistas más importantes de todos los tiempos, tanto por la magnitud de su obra (un centenar de novelas, relatos, artículos…) como por la calidad de las mismas. Dentro de esta gigantesca producción destacan las novelas recogidas bajo el título genérico de La comedia humana, conjunto de novelas y relatos por los que desfilan más de dos mil personajes de todas las clases sociales, ideologías y que además son utilizados por el autor en diferentes obras para ofrecernos distintas perspectivas.
Gustave Flaubert (1821-1881) suele ser considerado un puente entre la novela romántica y la realista. Es un novelista especialmente dotado para describir las pasiones amorosas. Su obra cumbre es Madame Bovary. En ella el autor traza un admirable retrato psicológico de una mujer que se debate entre la triste realidad y sus fantasías. Sus páginas reflejan el pesimismo y la desilusión de un hombre escéptico ante los cambios sociales, ante las ideologías e ilusiones contemporáneas y, sobre todo, ante la superficialidad de la sociedad burguesa.
Émile Zola (1840-1902) es el máximo representante del llamado Naturalismo, tendencia del Realismo que pretende reflejar la realidad tal y como es, sin evitar sus aspectos más desagradables. Dada la época de conflictos sociales en que se desarrolla el Naturalismo con continuas luchas obreras, revoluciones, represiones, etc. los temas políticos cobrarán gran relevancia. La taberna mostrará la miseria del proletariado urbano. Germinal refleja las duras condiciones de vida de las colonias de mineros.

 


REINO UNIDO


La novela inglesa del XIX se desarrolla durante la era victoriana: la industrialización traerá consigo el abandono del campo, la aglomeración en las ciudades de una nueva clase social, el proletariado, que vive en condiciones extremadamente duras: los niños trabajaban en unas condiciones inhumanas. La burguesía, dueña de las fábricas, consigue derechos políticos, como el derecho a voto y la representación parlamentaria, mientras que a los obreros se les niega el voto, con lo que solo les queda la revuelta callejera.
Charles Dickens (1812-1870). Es el más grande de los novelistas de su época. Su obra abarca todos los géneros y temas. En Oliver Twist nos relata la historia de un niño envuelto en el  mundo de los bajos fondos londinenses en los que el hampa dicta sus leyes.  También de protagonista infantil es David Copperfield.

RUSIA

            La novela rusa realista es de una importancia fundamental. A sus autores se les ha llamado “los grandes maestros rusos”.
            También las condiciones políticas, económicas y sociales de la Rusia del XIX ayudan a comprender el importante desarrollo que tuvo la novela en ese país.
            La Rusia zarista de principios del siglo XIX es un inmenso gigante con los pies de barro. El proceso de industrialización de otros países europeos no ha llegado a Rusia, lo cual priva al país de una burguesía que estimule las reformas políticas. Frente a ello, Rusia continúa moviéndose en los parámetros de la sociedad feudal: la inmensa mayoría de la población es analfabeta y trabaja, en condiciones de esclavitud, para unos terratenientes que poseen territorios más amplios que algunos países europeos, territorios en los que tienen todos las prerrogativas medievales, incluyendo la de disponer de la vida de sus vasallos.  En las grandes ciudades se hacinan muchedumbres de hambrientos y desarrapados que luchan día a día por su subsistencia.
            Estos hechos dan lugar a que la novela rusa del XIX refleje conflictos primitivos, pasiones y crímenes brutales de esos seres que carecen de cualquier esperanza para salir de sus condiciones miserables.
Turgueniev (1818-1883).  En Relatos de un cazador describe las infrahumanas condiciones de vida del campesinado.
Dostoievki (1821-1881). Es un novelista con una capacidad portentosa para retratar a seres atormentados, capaces de los actos más generosos y crueles, seres que continuamente se preguntan por su destino y por las posibilidades del ser humano de escapar de sus propios impulsos o de la tenaza de una sociedad despiadada. Debajo de toda esta complejidad está el planteamiento del filósofo Nietzsche de que no hay hechos, sino interpretaciones. Por ello la verdad es algo esencialmente oscuro, ya que cada individuo tiene una consciencia diferente de la misma. Sus grandes obras son: Crimen y castigo, Los hermanos Karamazov, El jugador, El idiota.
Leon Tolstoi (1828-1910). Su obra más importante es Guerra y paz, extensa novela situada en la época de la invasión de  Rusia por las tropas de Napoleón y la derrota y retirada de los ejércitos imperiales.  Su otra gran novela es Ana Karenina, en la que desarrolla uno de los temas favoritos de los escritores realistas de todos los países: los conflictos interiores que surgen en una mujer cuando se enfrentan sus pasiones amorosas a las normas morales de la sociedad.


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